martes, 20 de septiembre de 2011

Rubén Darío
Rubén Darío.jpg
Rubén Darío fue llamado "El príncipe de las letras castellanas" y "Padre del modernismo"
NombreFélix García Sarmiento
Nacimiento18 de enero de 1867
Metapa, Ciudad Darío, Matagalpa, Flag of Nicaragua.svg Nicaragua
Fallecimiento6 de febrero de 1916
(49 años)
León, Flag of Nicaragua.svg Nicaragua
Nacionalidadnicaragüense
OcupaciónPoeta, diplomático, periodista
CónyugeRafaela Contreras
Rosario Murillo
Francisca Sánchez del Pozo
PadresRosa Sarmiento y Manuel García

lunes, 19 de septiembre de 2011

ruben dario

Metapa, 1867 - León, 1916) Seudónimo del gran poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, iniciador y máximo representante del Modernismo hispanoamericano. Su familia era conocida por el apellido de un abuelo, "la familia de los Darío", y el joven poeta, en busca de eufonía, adoptó la fórmula "Rubén Darío" como nombre literario de batalla.
Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares, tutelado por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos románticos comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de terciopelo ajado. Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Rubén Darío
(Metapa, 1867 - León, 1916) Seudónimo del gran poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, iniciador y máximo representante del Modernismo hispanoamericano. Su familia era conocida por el apellido de un abuelo, "la familia de los Darío", y el joven poeta, en busca de eufonía, adoptó la fórmula "Rubén Darío" como nombre literario de batalla.
Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares, tutelado por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos románticos comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de terciopelo ajado. Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible.
Casi por azar nació Rubén en una pequeña ciudad nicaragüense llamada Metapa, pero al mes de su alumbramiento pasó a residir a León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García, habían fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero próspero sólo en disgustos. Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el incansable Manuel se entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa huía de vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de sus parientes. No tardaría ésta en dar a luz una segunda hija, Cándida Rosa, que se malogró enseguida, ni en enamorarse de un tal Juan Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a su primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo", situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido recientemente una niña y lo acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio Rubén a Rosa Sarmiento, a quien desconocía, y poco más o menos a Manuel, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez.
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Bécquer y por Victor Hugo fue su vocación de eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las bellaquerías detrás de la puerta".
Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se orientaron irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de ojos verdes llamada Rosario Emelina Murillo, en el catálogo de sus pasiones había anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel Swan, y a la trapecista Hortensia Buislay. Ninguna de ellas, sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela sentimental Emelina sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.
En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: "Quiero tener una buena posición social"."
En este elocuente episodio, Rubén expresa sin tapujos sus ambiciones burguesas, que aún vería más dolorosamente frustradas y por cuya causa habría de sufrir todavía más insidiosamente en su ulterior etapa chilena. En Chile conoció también al presidente suicida Balmaceda y trabó amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el aristocrático círculo de allegados de éste; sin embargo, para poder vestir decentemente, se alimentaba en secreto de "arenques y cerveza", y a sus opulentos contertulios no se les ocultaba su mísera condición. Publica en Chile, a partir de octubre de 1886, Abrojos, poemas que dan cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido, y ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila consigue enjugar su dolor.
Para un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribe Otoñales, que obtiene un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, y Canto épico a las glorias de Chile, por el que se le otorga el primer premio, compartido con Pedro Nolasco Préndez, y que le reporta la módica suma de trescientos pesos.
Pero es en 1888 cuando la auténtica valía de Rubén Darío se da a conocer con la publicación de Azul, libro encomiado desde España por el a la sazón prestigioso novelista Juan Valera, cuya importancia como puente entre las culturas española e hispanoamericana ha sido brillantemente estudiada por María Beneyto. Las cartas de Juan Valera sirvieron de prólogo a la nueva reedición ampliada de 1890, pero para entonces ya se había convertido en obsesiva la voluntad del poeta de escapar de aquellos estrechos ambientes intelectuales, donde no hallaba ni el suficiente reconocimiento como artista ni la anhelada prosperidad económica, para conocer por fin su legendario París.
El 21 de junio de 1890 Rubén contrajo matrimonio

jueves, 15 de septiembre de 2011

LAS OBRAS MAS REPRESENTATIVAS DE RUBEN DARIO

Poesía (primeras ediciones)
  • Abrojos. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, 1887.
  • Rimas. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, 1887.
  • Azul.... Valparaíso: Imprenta Litografía Excelsior, 1888. Segunda edición, ampliada: Guatemala: Imprenta de La Unión, 1890. Tercera edición: Buenos Aires, 1905.
  • Canto épico a las glorias de Chile Editor MC0031334: Santiago de Chile, 1887.[38]
  • Primeras notas, [Epístolas y poemas, 1885]. Managua: Tipografía Nacional, 1888.
  • Prosas profanas y otros poemas. Buenos Aires, 1896. Segunda edición, ampliada: París, 1901.
  • Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas. Madrid, Tipografía de Revistas de Archivos y Bibliotecas, 1905.
  • Oda a Mitre. París: Imprimerie A. Eymeoud, 1906.
  • El canto errante. Madrid, Tipografía de Archivos, 1907.
  • Poema del otoño y otros poemas, Madrid: Biblioteca "Ateneo", 1910.
  • Canto a la Argentina y otros poemas. Madrid, Imprenta Clásica Española, 1914.
  • Lira póstuma. Madrid, 1919.
 

lunes, 12 de septiembre de 2011

  Prosa (primeras ediciones)
  • Los raros. Buenos Aires: Talleres de "La Vasconia", 1906. Segunda edición, aumentada: Madrid: Maucci, 1905.
  • España contemporánea. París: Librería de la Vda. de Ch. Bouret, 1901.
  • Peregrinaciones. París. Librería de la Vda. de Ch. Bouret, 1901.
  • La caravana pasa. París: Hermanos Garnier, 1902.
  • Tierras solares. Madrid: Tipografía de la Revista de Archivos, 1904.
  • Opiniones. Madrid: Librería de Fernando Fe, 1906.
  • El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical. Madrid: Biblioteca "Ateneo", 1909.
  • Letras (1911).


  • La vida de Rubén Darío escrita por él mismo. Barcelona: Maucci, 1913.



  • La isla de oro (1915) (inconclusa).



  • Historia de mis libros. Madrid, Librería de G. Pueyo, 1916.



  • Prosa dispersa. Madrid, Mundo Latino, 1919
  • lunes, 5 de septiembre de 2011

    la critica

    Rubén Darío dejó la poesía diferente de como la había encontrado: en esto, como Garcilaso, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Lope, Góngora y Bécquer. Sus cambios formales fueron inmediatamente apreciados. La versificación española se había reducido, durante siglos, a unos pocos tipos. De pronto, con Rubén Darío se convirtió en orquesta sinfónica. Dio vida a todos los metros y estrofas del pasado, aun a los que sólo ocasionalmente se habían cultivado, haciéndolos sonar a veces con imprevistos cambios de acento; y además inventó un lenguaje rítmico de infinitas sorpresas, sin salir de la versificación regular. No sólo desarrolló todas las posibilidades musicales de la palabra, sino que para cada estado de ánimo usó el instrumento adecuado. Leyéndolo uno educa el oído; al educarlo, más planos sonoros aparecen en el recitado. Por su técnica verbal Darío es uno de los más grandes poetas de todos los tiempos; y , en español, su nombre divide la historia literaria en un "antes" y un "después". Pero no sólo fue un maestro del ritmo. Con incomparable elegancia poetizó el gozo de vivir y el terror de la muerte.
     
    Tomado de Rubén Darío, poeta, Fondo de Cultura Económica, México, 1952.

    Sonatina

    La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
    Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
    que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
    La princesa está pálida en su silla de oro,
    está mudo el teclado de su clave sonoro,
    y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
    El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
    Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
    y vestido de rojo piruetea el bufón.
    La princesa no ríe, la princesa no siente;
    la princesa persigue por el cielo de Oriente
    la libélula vaga de una vaga ilusión.
    ¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
    o en el que ha detenido su carroza argentina
    para ver de sus ojos la dulzura de luz,
    o en el rey de las islas de las Rosas fragantes,
    o en el que es soberano de los claros diamantes,
    o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
    ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
    quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
    tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
    ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
    saludar a los lirios con los versos de Mayo,
    o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
    Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
    ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
    ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
    Y están tristes las flores por la flor de la corte,
    los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte
    de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
    ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
    Está presa en sus oros, está presa en sus tules
    en la jaula de mármol del palacio real;
    el palacio soberbio que vigilan los guardas,
    que custodian cien negros con sus cien alabardas,
    un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
    ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
    (La princesa está triste. La princesa está pálida.)
    ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
    ¡Quién volara a la sierra donde un príncipe existe
    (La princesa está pálida. La princesa está triste.)
    más brillante que el alba, más hermoso que Abril!
    «Calla, calla, princesa, dice el hada madrina,
    en caballo con alas, hacia acá se encamina,
    en el cinto la espada y en la mano el azor,
    el feliz caballero que te adora sin verte,
    y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
    a encenderte los labios con su beso de amor.»
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    Poema El Canto Errante
    de Rubén Darío



    El cantor va por todo el mundo
    sonriente o meditabundo.

    El cantor va sobre la tierra
    en blanca paz o en roja guerra.

    Sobre el lomo del elefante
    por la enorme India alucinante.

    En palanquín y en seda fina
    por el corazón de la China;

    en automóvil en Lutecia;
    en negra góndola en Venecia;

    sobre las pampas y los llanos
    en los potros americanos;

    por el río va en la canoa,
    o se le ve sobre la proa

    de un steamer sobre el vasto mar,
    o en un vagón de sleeping-car.

    El dromedario del desierto,
    barco vivo, le lleva a un puerto.

    Sobre el raudo trineo trepa
    en la blancura de la estepa.

    O en el silencio de cristal
    que ama la aurora boreal.

    El cantor va a pie por los prados,
    entre las siembras y ganados.

    Y entra en su Londres en el tren,
    y en asno a su Jerusalén.

    Con estafetas y con malas,
    va el cantor por la humanidad.

    En canto vuela, con sus alas:
    Armonía y Eternidad

     

    domingo, 4 de septiembre de 2011

    LIBROS

    • CUADERNILLOS DE POESIA.
    Es una seleccion de las mejores poesias de Ruben Dario, seleccionadas por Carlos Nicolas Hernandez, donde se recopilan su obra y se ve la inspiracion de este gran poeta.

    Cuadernillo de poesia. Carlos Nicolas Hernandez. Panamericana Editorial Ltda. 91 paginas. Noviembre de 2002. impreso en Colombia.

    • A PROPOSITO DE RUBEN DARIO Y SU OBRA
    Es una obra donde se ven mensajes de diferentes escritores entre ellos Jorge Luis Borges acerca de la obra de Ruben Dario, citas a proposito las obras y la cronologia.

    A proposito de Ruben Dario y su Obra. Elkin Restrepo. Cara y Cruz. Grupo editorial Norma. Agosto de 2004. Impreso en Colombia

    • RUBEN DARIO ANTOLOGIA POETICA
    Esta obra contiene diferentes selecciones de prosas profanas y otros poemas, seleccion de cantos de vida y esperanza.

    Ruben Dario Antologia Poetica. Elkin Restrepo. Cara y cruz. Grupo editorial Norma. Agosto de 2004. imprreso en Colombia